miércoles, 9 de marzo de 2011

No somos polvo, somos luz y sombra

Una de las enseñanzas de mayor importancia para los guerreros es el hecho de que provenimos de la luz del gran creador, el que no tiene nombre. No somos materia, tampoco polvo que queda en el olvido, existimos gracias a la constante de la energía que se mueve en el cosmos, aquella que nos rodea permitiendo abrir los ojos al infinito universo.

Hoy muchos seres de luz son presa de demonios de baja vibración, el miedo, la duda y el materialismo. Se inicia el llamado a despertar del sueño, para los elegidos solo se sobrevive prestando atención al sonido del cuerno divino, que será tocado por los heraldos del creador, los sobrevivientes de las guerras pasadas. Los hombres son luz que tarde o temprano regresan a atender la convocatoria, pero otros caen en manos de las sombras, víctimas de sus tentaciones, de los demonios que dejaron entrar en casa, perderán la gloria y se convertirán en seres de oscuridad.

No somos polvo, porque al levantarnos hacia nuestra casa brillamos cuando extraordinaria estrella, somos luz en la medida que obramos con bien, el polvo se pierde en el tiempo, la luz jamás deja de existir, pues es a temporal cuando toca la cuna de la mirada de la mente creadora, del ser de mil nombres para alimentar la memoria arcaica de quienes aun permanecen en el universo físico. Somos el brillo de cada estrella que muere para esperar el retorno en su tiempo, el eco de las voces que hacen el eterno silencio, simplemente somos parte de la mano sagrada que mueve a los hombres en el ajedrez que llaman vivir.

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