“Perdónenme
si no soy perfecto,
pero
dentro de mi imperfección hay un corazón
que ama, llora y ríe.
Perdóname
por ser así.”
Omar
Vilchis Lara.
Hay historias en las que un día
te conviertes en el ser malvado, el que busca a sin importar nada, acabar con
todo lo que antes amo, pero no es así, lo que nadie ve es todo lo que se puede
cargar en el corazón. Es curioso, pero mientras me tomaba mi taza de café,
estuve viendo a la ventana ¿Qué veía? Un hermoso día nublado, el cual me puso
melancólico.
A pesar de todo, los días
nublados me siguen gustando, me invitan a soñar, pero están cargados de un
sinfín de recuerdos, para variar la vela que ha permanece encendida en mi
corazón, coronada con el año 32 se está apagando, toca aprender y a recoger
todo lo que viví, enseñanzas aprendidas y las inconclusas. Este va ser otro
cumpleaños solo (debería de acostumbrarme ¿no creen?) realmente los últimos dos
cumpleaños no han sido del todo buenos, siempre termino tomando café y viendo
una película, se terminaron los buenos
tiempos.
Mi maestro dice bien: jamás
te encariñes con las personas, porque sufres demasiado cuando te decepcionan,
mal innecesario, aunque quisiera pensar que la historia este año va ser
diferente, me siento muy escéptico de que así sea. Quienes antes fueron mis
hermanos de más confianza, hoy no puedo confiar en ellos, no les hablo ni les
dirijo la palabra. Referente a eso, hace un par de noches me di cuenta de que
pese a que estés con otros, la mejor compañía eres tú mismo, si, aunque muchas
veces no te soportes a ti mismo, pero es en ese momento de soledad, de silencio
que se desdobla de ti y te pone una mano en el hombro, volteas y te ves a ti
mismo (disculpen lo sentimental, pero si ven algunas letras corridas es que ya
estoy llorando por tantos sentimientos encontrados).
Lamento tanto ser el tipo de
persona que oculta lo que siente, que no le puede decir a alguien ¡ME GUSTAS! ¿QUIERES ANDAR CONMIGO? Creo que es miedo a ser
vulnerado, a entregarme, Ja ja ja ja (risa irónica) ¡Me
encanta hacerme el imbécil! Pero es cierto, quisiera decirlo, pero siempre es
lo mismo, termino siendo el confidente, el que es bueno para escuchar los
problemas, para dar consejos y el que termina sentado, callado, con la palabra
en la boca, en pocas palabras ¡El perdedor!. Pero al final, si lo dijera ¿Qué
quedaría? Sé que lo que me hace callarlo es lo mismo que a otras personas les
hace huir: Sufrir. ¡Claro! También entendí que no se pierde lo que no se tiene
y eso (por otro lado) me hace descansar.
Aunque ahora sé que lo que me
hace llorar no es otra cosa que lo que callo, me choca sentir esto y por idiota
no decirlo…
Los días nublados me llevan a
sentir con mayor intensidad.
Fin de la comunicación…