domingo, 14 de febrero de 2010

Reflexión sobre Azucena.


Juego a que tener un corazón,
un latido de reloj que lleva el alma
por segundos.

Juego a tener manecillas,
engranes que cantan la melodía
moviéndose con cadencia.

Juego a ser un calendario
siempre incompleto,
faltante de 14, 17 y 21,
siendo días de olvido,
donde la memoria alcanza fondo.

Un fondo sin manos que lo sujeten,
sin primavera en los ojos de una mujer,
sin invierno en unos brazos llenos de amor.

Juego a que tu me amas,
con la ingenuidad de ser mariposa
o simplemente a convertirme en tu amante.

Juego a tener 18 años,
para que me ames con libertad.

Juego a que me canso de ser quien soy,
a complacerte en mis letras absurdas,
solo juego a que sueño con tus labios,
a imaginar el sabor de ellos.

¿Serán amargos?
¿Dulces? No lo sé, pero aun los sueños.
Aun juego a ser quien los roba y los descubre
en la ternura de saber que todo esto no es real.

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